El director del laboratorio de mamíferos marinos del CENPAT, Enrique Crespo, confirmó que «se implantaron 47 dispositivos satelitales en ejemplares de ballenas, de las cuales 23 fueron marcadas con dispositivos este año con resultado muy satisfactorio».
El especialista recordó, en diálogo con Radio Chubut, que «este es un trabajo que se viene realizando hace 5 años de manera conjunta con biólogos de Brasil y Estados Unidos para seguir el comportamiento de las ballenas, su derrotero en el mar en busca de alimentos y otros aspectos que nos permitan conocer esta especie».
«En nuestro caso, con la ballena franca austral hemos visto que toman diversos destinos, porque hay ejemplares que navegan hacia el sudeste, hacia la zona de las islas Georgias y otros que van hacia el norte, cerca del talud continental donde hay corrientes submarinas que aportan nutrientes y alimento» describió.
La actividad del seguimiento se realiza a través de dispositivos satelitales implantados en la zona dorsal de los cetáceos y cuya lectura se procesa en el Centro Nacional Patagónico.
Crespo explicó que «la colocación de los dispositivos es una actividad compleja porque se tienen que dar varios factores y lo debemos aprovechar al máximo porque el cuerpo de la ballena termina expulsando el dispositivo con los meses tal como nosotros expulsamos a una espina por ser un cuerpo extraño» comparó.
El método de seguimiento, que comenzó de manera experimental en el 2014, consiste en la colocación de un dispositivo elaborado en acero quirúrgico de una sola pieza, esterilizado y aplicado de tal forma que queda fijado dentro de la piel y el tejido subcutáneo del animal, sobresaliendo solamente la antena.
«Los dispositivos permanecen en el cuerpo entre 3 o 4 meses, porque luego la propia anatomía de la ballena los expulsa, el máximo que hemos seguido fue por 8 meses pero es una excepción» reveló el biólogo.
Se estima por proyecciones matemáticas de población que la cantidad de ballenas francas se ubica en los 5.000 ejemplares, aunque en los golfos de la península y zona de influencia se suelen divisar no más de 2.000.
Uno de los aspectos que se descubrieron gracias al seguimiento satelital es que las hembras -que quedan preñadas cada 3 o 4 años- no vuelven todos los años aunque si los machos.