Nuestro interior profundo: ancianos solos y estancias abandonadas – LU20 – Radio Chubut – AM580
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Nuestro interior profundo: ancianos solos y estancias abandonadas

Existe una idea generalizada de que «conocemos» a nuestra provincia desde el mar hasta la cordillera y del sur al norte porque transitamos alguna vez por las rutas 25 entre el noreste y Esquel,

Tema: Chubut, Noticias - Fecha de Publicación: 10 enero, 2021

Existe una idea generalizada de que «conocemos» a nuestra provincia desde el mar hasta la cordillera y del sur al norte porque transitamos alguna vez por las rutas 25 entre el noreste y Esquel, la nacional 40 entre la comarca andina y el sur o la 3 entre Comodoro Rivadavia y la península, pasando por el valle.
Los de la cordillera viajan a la costa con fines turísticos o para visitar familiares.

A los de Comodoro Rivadavia les gusta vacacionar en la cordillera y encontrarse con el paisaje verde que tanto escasea en la jurisdicción del petróleo.

Entre Comodoro Rivadavia y el valle hay una fluida relación por el transporte de personas y bienes, el vínculo obligado de la dinámica económica y los lazos institucionales. Después de todo el gobernador actual es de Comodoro Rivadavia y viaja asiduamente a la capital provincial, al igual que otros funcionarios.
Muchos han ido y vuelto por esos caminos entre un punto y otro.

Los menos han recorrido alguna vez en su totalidad el llamado «triángulo vial» que está dentro del formato cuadrado que tiene la provincia del Chubut.

Pero casi nadie incursiona por esos caminos de piedra y polvo que conducen a lugares que para la mayoría son solo un cartel indicador al costado de la ruta asfaltada.

Cuando uno hace ese ejercicio -que no es ni fácil ni económico- se encuentra con la imagen lacerante de ancianos solos,  con los problemas de salud propios de la edad, muchos con una marcada disminución en la visión y otros totalmente ciegos.

Algunos de esos viejos están en pareja. Otros en la soledad más absoluta, sobreviviendo al aislamiento y el abandono.

Sus hijos y nietos se fueron buscando un futuro más amigable en las ciudades. Y nadie tiene derecho a juzgarlos por ello.
Esa vulnerabilidad queda expuesta cuando la polvareda que levantan las ruedas de los vehículos anuncian que alguien está llegando.

Prefieren permanecer quietos en el interior de la humilde casa hasta asegurarse que quien arriba es un conocido, y si es un forastero muy probablemente se oculten.

Nos dan la bienvenida cuando distinguen la voz amiga de Radio Chubut.

Algún chenque en la inmensidad nos suele marcar que allí está la osamenta de algún poblador que murió sin que nadie lo registre en los libros de defunciones.

Recorrer el interior de la provincia es una punzante demostración de que la mayor parte de los temas que nos afligen como sociedad son una gigantesca frivolidad.

Y que en la agenda de «los hombres de Estado» ese abandono ni siquiera está señalado como tema de preocupación.

El escritor DH Lawrence decía que «lo que los ojos no ven y la mente no conoce, no existe».

Una variante de aquella frase popular «ojos que no ven, corazón que no siente».

Y como esa realidad del interior no se ve…

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