Esa actividad, explicada así, no merece reproche salvo cuando el pedido se hace con violencia, como han reconocido muchos automovilistas que, en no pocos casos, se tomaron a golpes de puño.
El caso violento más reciente tuvo lugar la semana pasada cuando uno de estos grupos agredió e hirió a un policía.
A esto se suma el insólito episodio que describió Abel Azocar, del servicio de taxis «Los intrépidos», que debieron cerrar hace un año la sala que habían habilitado en Roca y Fontana de Trelew porque los «trapitos» se habían apropiado de él, incluso molestando a los clientes y robando elementos.
Azócar hizo un repaso de cómo comenzó todo, en referencia a un joven que comenzó a pedir con su pareja y la criatura de ambos, quienes se colocaban en esa esquina y recibían apoyo de los automovilistas, lo que hizo que otros imitaran esa solidaridad pero para beneficio propio.
El taxista aclaró que el problema no fue solo en esa parada sino en otra un colega suyo se tomó a golpes de puños con uno de los violentos pedigüeños.