Ingrid Fibiger, propietaria de “La Posada de Olaf”, ubicada en Las Golondrinas sobre la Ruta N° 40, contó en diálogo con Radio Chubut como ella y su familia vivieron el incendio que arrasó con su casa y su trabajo.

“La Posada de Olaf” tiene más de 30 años, contaba con un restaurant, tres cabañas, cuatro dormitorios y la casa en donde vivían Ingrid y su familia, y en el incendio del pasado martes lo perdieron todo.

Ingrid recordó el duro momento que vivieron y relató que cuando esto comenzó había otro incendio a sus espaldas, y como vieron que el mismo se dirigía hacia El Hoyo se “tranquilizaron”.

“Mi marido se estaba por ir a Golondrinas para ayudar, y menos mal que no se fue, de repente vimos humo en la vereda de enfrente que salía de un bosque. En tres minutos del otro lado de la ruta había un paredón de 20 o 30 metros de fuego, pude sentir el ruido de una tormenta que se comía todo el bosque y llegaba hasta arriba” recordó.

“Me subí al auto con mis dos hijas, mi hija mayor iba pegando a la ventana porque mi marido se quedaba ahí. Mi marido dijo: Váyanse yo me quedo. A la hora y media se encontró con nosotros y me dijo: Perdón no pude salvar la casa, no pude salvar nada”.

En este sentido remarcó que esto “fue un acto terrorista” y “una masacre”, ya que no fue la única que perdió todo, sino que hay muchos vecinos en estas condiciones.

También hizo hincapié en el daño psicológico que les quedo luego de este desastre y comentó que por la noche sueña con cosas quemándose y sus hijas se despiertan llorando.

Ahora Ingrid y su familia ya se pusieron a levantar los escombros “no me puedo quedar quieta y esperar, los tiempos de los políticos son otros que los nuestros”.

Indicó que el 90% de lo que tenían quedo reducido a cenizas, y aunque lloraron los primeros días por la devastación de perder su casa y trabajo “hay que levantarse y arranca de nuevo” por sus hijas de 8 y 10 años.

Finalmente comentó que el Gobernador y el Ministro de Turismo se acercaron a ver la situación y aunque les ofrecieron ayuda dijo que lo único que piden es “un préstamo o crédito” ya que no quieren que les regalen nada.

“Toda la ayuda ha sido de familiares, amigos y vecinos. Si estoy vestida todo lo que tengo puesto me lo dio alguien, lo mismo con mis hijas y mi marido”.