Así lo expuso en diálogo con Radio Chubut el director general de la Fundación Vida Silvestre, Manuel Jaramillo.

Esa organización solicitó a la provincia que se derogue la ley que recompensa la caza de pumas y zorros.

Ante la consulta de cómo hacen los productores para contrarrestar el flagelo de las especies dañinas, Jaramillo sugirió «identificar a los animales conflictivos» y no matar indiscriminadamente.

Pidió que no se distribuyan trampas y sugirió que el gran problema es que las ovejas están esparcidas en grandes extensiones y no hay forma de controlarlas.

Para ello pidió que todas las noches las ovejas sean encerradas en corrales y se coloquen luces que se encienden de manera automática y así ahuyentarían a los predadores.

Después de todo «el costo es de apenas 200 dólares para colocar esos artefactos» explicó.

Jaramillo dialogó con Radio Chubut desde un campo de la provincia de Buenos Aires, aunque aclaró que él vivió durante años en Esquel donde estudió ingeniería forestal.

Aseguró que conoce la situación de la meseta chubutense, donde los productores deben lidiar con la matanza de hacienda que producen algunas especies, sobre todo los pumas.

Sobre el particular dijo que son algunos ejemplares y no todos, puntualmente pumas juveniles que no tienen territorio, madres con crías o algún animal viejo desterrado por sus pares.

«Si uno identifica a los conflictivos resuelve el problema» dijo Jaramillo, argumentando que el resto de los pumas que ya tienen un territorio los mantendrían a raya.

También descreyó de las quejas de los hombres de campo que exponen a las especies depredadores como el principal flagelo a enfrentar, indicando que «los puesteros son como los pescadores, siempre exageran un poco».