El dirigente, quien además es productor, reveló que una fundación de capitales extranjeros compró la estancia La Cautiva, lindera con su establecimiento y lo primero que hizo fue desalojar toda la hacienda para que allí se desarrollen las especies autóctonas, en particular las predadoras que cruzan a los campos vecinos y hacen desastres.

Beroqui se mostró indefenso frente a esta nueva realidad porque temen que si ellos, en defensa propia, matan un puma que ataca a los lanares de su propiedad, corren el riesgo de ser acusados de asesinar ejemplares de una especie protegida.

Lo grave, según expresó, es que son las propias instituciones públicas las que cobijan este tipo de práctica y permiten la adquisición de campos sin un sentido comercial, incluso con la colocación de chips para seguimiento satelital.

El productor recordó que en esa zona de la precordillera chubutense no había, hasta al menos una década atrás, una gran cantidad de pumas como se observa ahora.