Es porque Fernando Álvarez Castellano, presidente de Conarpesa, había considerado inadmisible que se cierre la temporada porque de seguir los altos niveles de captura, redundaría en la merma del precio internacional del producto.
Para el empresario hispano-argentino, la única excusa para cortar la temporada sería por razones biológicas que por ahora no existen, pero de ninguna manera por aspectos económicos vinculados con el precio del langostino porque «se pesca en el mar, no en el escritorio».
De la Fuente recogió el guante y consideró que debe tenerse en cuenta también el aspecto comercial.
Negó que nunca se haya tomado en cuenta ese costado, como dice Álvarez Castellano, lo que quedó absolutamente en claro durante la pandemia cuando se cerraron mercados.
Dejó en claro que habla siempre en el plano de respeto hacia el experimentado dueño de Conarpesa, pero sin perder de vista que «nosotros representamos a 13 empresas del sector con 45 plantas en todos los puertos de la provincia» recordó.
En ese terreno sostuvo que por ser la CAPIP una entidad asociativa, ellos concurren a las reuniones nacionales pidiendo soluciones para todos y no en particular para sus representados.
También De la Fuente negó que ellos hayan culpado a Conarpesa por el vertido de aguas industriales al Golfo Nuevo y solo piden que sea, en todo caso la justicia, quien determine responsabilidades.