Precisó que eso le llamó mucho la atención, por lo que le advirtió a una comerciante amiga que cerrara la puerta con llave.
Mencionó que al arribo de los jóvenes a la esquina, se sentaron mientras los más pequeños alentaban a los más grandes al grito de “entrale, entrale”.
Manifestó que al ver todo esto, se puso en la puerta del comercio, por lo que los mayores decidieron caminar, para ser interceptados más tarde en la calle A.P. Bell.
El vecino afirmó que “son menores, y están amparados por los derechos que tienen. Son mandados por alguien”.